Y a cada sugerencia, a cada solicitud, a cada desplante piensas: Bueno, no tiene demasiada importancia. Total, no pasa nada. Ya cambiará de opinión. Tampoco es tan esencial. Yo puedo aguardar. Yo puedo entender. Esto no me duele. Esto no me preocupa. ¡Y además de esto, lo quiero tanto!.
